Olores


Tengo que reconocer que, como a mucha gente, a mí me gustan las lociones… corrijo: algunas lociones. Sin embargo, por estos días ando sensible a los olores fuertes. Sensible, digo, desde el punto de vista físico, y no como capricho. Ahora mismo tengo alborotada el asma. La loción de alguien en un espacio pequeño y cerrado, como un ascensor, es asfixiante; lo que se siente cuando el aire no llega en las cantidades necesarias a los pulmones es desesperante. Los fuertes olores funcionan como constrictores de los bronquios impidiendo la entrada normal de aire.

La gente que se baña en loción es criminal (más aún si además de echarse más cantidad de lo prudente, se echan lociones de mal gusto como las exageradamente dulces... recuerdo que cuando chico, Julieta, una empleada de mi casa, usaba una loción de canela… también las recuerdo en una que otra suegra por ahí, dios las perdone a todas).

Y a propósito de criminales, los fumadores son de lo peor, creen que como el suyo es un gusto personal, tienen todo el derecho a fumar en cualquier lugar sin importarles que a su lado haya alguien… que así no sea asmático, puede no compartir el gusto por el humo del cigarrillo (hay otros humos más agradables) y como demostrado está que fumar es más dañino que no hacerlo, pues nada, a respetar a los demás. ¿Y qué tal las bestias que fuman en restaurantes?

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